jueves, 15 de septiembre de 2011

Tan solo durará en el viento

Hay viento, la noche está hermosa. Fui caminando al super cuando eran las nueve para comprarme un fernet y una coca. Y mientras caminaba pensaba en los olores que perdí. En los olores que existían junto al viento, algunas noches, en algunos barrios. Y en cómo esa mezcla me hacía sentir especial. Me hacía sentir que todo era posible. Que todo estaba latente, a punto de empezar a existir. En la punta de la lengua del tiempo. Todo lo que ni siquiera se me ocurría que podía existir, todo estaba ahí disponible. Y no sé si en ese momento era consciente. Hoy sé que esa sensación se perdió para siempre. 

Cuando pienso en eso, me amargo muchísimo. Y no voy a idealizar el pasado. Me acuerdo perfectamente de que yo no alcanzaba para vivir todo aquello.  Pero se trata de otra cosa, se trata del amor con mayúscula. No fue el mejor amor. No fue eterno. Ni siquiera fui sincera al vivirlo. Durante mucho tiempo creí que no era amor. Lo definí de mil maneras. Un ideal, una idea, ganas pero miedo, inmadurez, no sé. Durante mucho tiempo creí que había querido vivir una historia de amor sin vivirla. Y la verdad es que sencillamente lo fue. No fue la mejor, no fue de la manera que quisimos que fuera. Pero lo fue. Y esa historia de amor es muy fuerte. Pesa muchísimo racionalmente, pero sobretodo pesa cuando camino y hay viento. 

Cuando llego ahí, vuelvo a preguntarme sobre mi novio. Me pregunto si realmente lo quiero, si realmente estoy enamorada. Me pregunto si es la persona que buscaba. Si lo será algún día. Me pregunto qué carajo quiero hacer con él, a donde quiero ir. Qué cosas quiero que nos pasen. Y la verdad es que todas esas respuestas, aun siendo positivas, no responden  a lo que recuerdo del viento. Entonces, no me serviría de nada decirme que no estoy enamorada, que no es la persona que quiero. Porque realmente no creo que sea así, o por lo menos todavía no es el momento de saberlo.

Cuando pienso en que todo esto no puedo contárselo a nadie, cuando me doy cuenta que si me preguntaran si estoy feliz respondería que sí, a pesar de todo esto que siento camino al super, me doy cuenta de lo solitaria que puedo ser a veces.

Y la certeza, en definitiva, es esta. En algún lugar estoy sola siempre. Y va a ser siempre así. Aunque esté feliz, aunque esté enamorada, aunque no pueda quejarme. En algún lugar hay algo que no puedo explicarle a nadie. En ese lugar está el duelo eterno por lo que perdí, o lo que dejé pasar. Está todo lo que ví, respiré y sentí  en esa historia de amor y está todo el futuro que vislumbré sin poder acercarme.

Tal vez la paz esté ahí. En poder asumir esa soledad y disfrutar lo que haya para disfrutar. En seguir viviendo (sin tu amor). Seguir viviendo, creciendo, aprendiendo. Seguir amando, de otros modos. Esperar, tener paciencia. Disfrutar de la levedad que da saber que en el fondo nadie ocupa el lugar principal y probablemente no lo vaya a ocupar nadie nunca. Ese lugar es mío y estoy sola y por primera vez, no me asusta.

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